|
El Decano de la Escuela de Ciencias Sociales, profesor Ramón Arturo Maya Gualdrón, instaló la sesión periodística. |
APROXIMACIÓN
Nota del profesor y editor, Juan José García Posada
La
insistencia en un periodismo sin ánimo de lucro se ajusta a los criterios
éticos de responsabilidad social, independencia y respetabilidad. ¿Pero acaso
es ilegítimo el lucro, es inaceptable la obtención de beneficios derivados de
la realización del derecho a la información?
El
ánimo de lucro tiene alcances y limitaciones éticas, jurídicas y de
conveniencia razonable. No hay ninguna profesión en la cual esté vedada la
remuneración justa que asegure el trabajo como forma estable de subsistencia.
Sería un contrasentido establecer una suerte de gratuidad obligatoria para las
diversas actividades profesionales, incluido el periodismo. Equivaldría a
legitimar la explotación de los profesionales al condenarlos a vivir sin
salario justo, a menos que el Estado asumiera la obligación de asignarles
retribución económica por sus labores, en cuyo caso se establecería una
dependencia total del régimen respectivo.
Otra opción, al prohibirse la
recepción de dinero, consistiría en eliminar la remuneración como elemento
constitutivo de una actividad profesional y forzar al periodismo a subordinarse
a la condición de actividad marginal, recreativa o de voluntariado social, que
sólo podría ser ejercida por individuos capaces de subsistir mediante otras profesiones
u oficios, esos sí remunerativos.
El
asunto nuclear de las propuestas sobre periodismo sin ánimo de lucro debe
afrontarse mediante el reconocimiento de la ecuación entre servicio y
beneficio: Un servicio primordial, como es el de hacer posible la realización
de la libertad de prensa y el derecho fundamental a la información y la
opinión, para que pueda realizarse en condiciones tales que permitan la
permanencia, la estabilidad y la retribución salarial justa, tiene que implicar
el beneficio razonable. Beneficio que debe guardar proporcionalidad con el
servicio, valga decir con el tiempo de dedicación, la calidad del trabajo, el
nivel de formación y otras consideraciones normales.
Y
no debe tratarse sólo de resistir la tentación del ánimo de lucro que puede
desvirtuar la naturaleza del periodismo hasta convertirlo, como ha sucedido en
casos que saltan a la vista, en un pretexto para acumular riqueza, con
detrimento de la independencia, la veracidad, la confiabilidad y, por supuesto,
la respetabilidad de la profesión. Así como es cuestionable y rechazable el
ánimo de lucro como apetito desmesurado de beneficios económicos, lo son
también las tentaciones del poder y de la fama. Se trata de tres amenazas
contra la integridad misma del periodismo, pues tienden a transformar al
periodista en negociante, buscador de privilegios políticos y protagonista de
la llamada industria del espectáculo como vedette o personaje alucinado por el
éxito fugaz en audiencias frívolas e insustanciales.
El
ánimo de lucro es, en la cultura actual, un factor de descaecimiento de las
profesiones y de las corporaciones destinadas a salvaguardar derechos
fundamentales. En el campo de la educación se mantiene el debate sobre la
incorporación del ánimo de lucro a la normatividad legal de las universidades:
Hace algunos años, tal amenaza fue conjurada en un proyecto de ley reformatorio
de la educación superior en Colombia, ante el peligro, ya evidenciado en el
escenario global, de la compraventa de universidades por empresas transnacionales
y la consiguiente degradación de los fines esenciales de la educación.
Pero el
ánimo de lucro sigue latente en el campo internacional y en nuestro país se ha
manifestado en algunas instituciones universitarias transformadas en empresas
familiares o de círculos de amigos que invertían o invierten los réditos
económicos, las jugosas utilidades por matrículas y otros servicios, en la
adquisición de tierras y ganados, por ejemplo.
Valga
decir, el problema del ánimo de lucro está en la degradación del servicio. Un
medio de comunicación gobernado por un conglomerado monopolístico formado por
empresas de las más diversas modalidades se convierte en un pretexto para la
publicidad, la propaganda, el mercadeo y las ventas de las compañías propias
del monopolio. Así mismo, un medio periodístico en el cual los beneficios no se
reinvierten en el mejoramiento del servicio sino que se acumulan en las arcas
de los propietarios, acaba por ser también un medio de enriquecimiento, no una
corporación que salvaguarde los propósitos, fines y métodos propios del
periodismo ético.
¿Pero
qué alternativas se plantean en la actualidad y de cara al futuro? La formación
de cooperativas de periodistas, la creación de medios por colegas que viven de
una pensión, la regulación de la publicidad y las ventas y la reinversión
controlada en el mejoramiento del servicio, el cobro por suscripción a los
lectores o usuarios, son algunas posibilidades que de hecho están aplicándose
en el escenario profesional.
La
discusión está abierta. Las nuevas tecnologías, las sorprendentes facilidades
para la fundación de nuevos medios en plataformas que facilitan la convergencia
y la multimedialidad, son oportunidades que a la vez constituyen desafíos a la
inventiva de los periodistas.
En
esta separata dedicada al periodismo sin ánimo de lucro (a partir del panel
efectuado el viernes 30 de septiembre en la Facultad con la participación de
periodistas invitados por el Premio Iberoamericano de Periodismo Gabriel García
Márquez), planteamos una aproximación al tema, que seguiremos tratando en
próximas ediciones, mediante la aportación de los estudiantes del curso de
Periodismo de Opinión de la Facultad de Comunicación Social Periodismo de la
Universidad Pontificia Bolivariana, en el segundo período de 2016.